martes, 17 de agosto de 2010

Un campus mágico en Cuernavaca

III/V La Mágia Apareció

El pasadizo de 85 m es uno de los elementos
más vistosos del proyecto. (Foto: Agustín Garza)
 Para el Tec, adquirir los terrenos fue difícil, por la oposición de los ejidatarios, pese a que, por ser suelo volcánico, son tierras prácticamente inútiles para la siembra, aunque muy valiosas por el ecosistema milenario que aún sobrevive.

La superficie de más de 31 hectáreas contiene árboles de especies catalogadas y protegidas, cactáceas enormes de caprichosas formas y un clima intensamente cálido-húmedo.

“Cuando conocimos el sitio nos dimos cuenta de la fuerza que tenía, era un paisaje emocional y había que respetarlo”, cuenta Pérez González.

Para el arquitecto a cargo del proyecto, la solución era reducir la superficie de desplante, “por eso decidimos hacer una mesa con patas, es decir, tocar lo menos posible el terreno y simplemente realizar algunas obras de adaptación en los elementos naturales adyacentes a los edificios”.

Durante el levantamiento y la catalogación de especies nativas, los biólogos identificaron nueve árboles centenarios, cuya posición correspondía exactamente al trazo de la constelación de las Pléyades.
 
La cercana zona arqueológica de Xochicalco funcionaba como centro de observación astronómica, y en esos lares el ciclo anual de las Pléyades regía los calendarios Tzolkin (maya) y el Tonalpohualli (mexica). Así, los nueve árboles se convirtieron en los protagonistas del proyecto. Incluso uno de los edificios se movió tres metros de su posición original.

Los arquitectos paisajistas, el suizo Hubert Rogenmoser y el japonés Sadayoshi Kogiso, se dieron a la tarea de darle forma final a lo que llamaron ‘Bosque mágico’.

Armando Carranco (mayo 13, 2009), Un Campus Mágico en Cuernavaca... Vanguardia e Identidad, del Sitio Web CNNenespañol/Obras, http://ow.ly/2qUdv , visto agosto 16, 2010